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domingo, 17 de enero de 2016

"Clarín" y la greguería



Leopoldo Alas, "Clarín"
Cuando era estudiante de bachillerato (el BUP, no vayan ustedes a pensar) cayó en mis manos La Regenta. Bueno, tampoco fue exactamente así: soy yo quien fui en su búsqueda. Había oído hablar de ella a mis profesores, tenía las referencias de los manuales (los de Lázaro Carreter y Vicente Tusón, que aún ahora mismo tengo sobre la mesa para comprobar citas y datos; ¡no se han vuelto a escribir manuales como esos!), así que cuando me la encontré en una librería del casco viejo de San Sebastián, en la edición de El Libro de Bolsillo de Alianza Editorial[1], caí sobre ella, la devoré en pocos días y entendí lo que Galdós quería decir cuando escribió aquello de su recuerdo no me deja vivir. Desde entonces, he releído La Regenta cada tres o cuatro años: la última vez, en Oviedo, en la edición de Clásicos Castalia[2], comprobando sobre el terreno cuál era la ruta que seguía don Fermín de Pas desde su feudo catedralicio hasta el palacio de los Vegallana; huelga decir que la persona con quien viajaba me miraba como si me hubiera ido de la olla, y con razón.
De La Regenta pasé a Clarín. A todo Clarín: seguí con Su único hijo, también en la edición de Alianza[3]; con los artículos aparecidos en prensa, algunos en su compilación clásica[4], otros recuperados por editores modernos[5], e incluso otros inéditos porque Leopoldo Alas –cuando, aún adolescente, ni siquiera soñaba con ser Clarín– conformaba con ellos el periódico manuscrito Juan Ruyz[6]; y, por supuesto, con sus cuentos, con sus magníficos cuentos; de ellos poseo varias ediciones parciales y populares en las que figuran los más difundidos, pero en cuanto vi que la editorial Cátedra había publicado su opera omnia cuentística en una edición al tiempo rigurosa y asequible[7], me hice con un ejemplar. Se trata de un volumen en el que se presentan, ordenados cronológicamente y sobriamente anotados, más de un centenar de trabajos que comienzan con “Historia de un papel de cigarro” (Juan Ruyz, 1, 8 de marzo de 1868) y que concluyen con “Aprensiones” (El gallo de Sócrates, Maucci, Barcelona 1901); entre medio, todos los demás, desde los más famosos hasta los más ignotos; algunos difícilmente se pueden clasificar como textos narrativos: son apuntes, esbozos, cuadros costumbristas, fragmentos inacabados e incluso proyectos de comedias en verso claramente irrepresentables, géneros híbridos entre el relato, el artículo y el pastiche teatral.
A uno de estos textos menores es al que me voy a referir en esta entrada: su título es “Apuntes para un cuadro (fragmento)” y solo ocupa dos páginas (361 y 362) de la edición que utilizo; en nota se señala que apareció en La Publicidad el 1 de enero de 1883. Trata de las aspiraciones de un escritorzuelo para entrar en la redacción de un periódico que se va a fundar; interrogado sobre sus habilidades (sus competencias, diríamos ahora), responde que sabe hacer todo y dice, literalmente, que lo principal es hacer frases. Yo, aquí donde usted me ve, tengo hechas más de siete mil. Mi especialidad son las revistas semanales. Y comienza a hilar frase tras frase, disparate tras disparate, barbaridad tras barbaridad. Es una caricatura gruesa de uno de tantos plumillas que pululaban por las redacciones de finales del siglo XIX. Así lo presenta el autor: Clarín, probablemente dando por agotado un tema ya de por sí pobre, desistió de profundizar en él y, con toda seguridad, lo olvidó, dejándolo en estado fragmentario; así lo percibe el otro personaje, el director de la publicación, que finalmente se plantea contratarlo únicamente para hacer fajas para el periódico; y así sin duda lo entendieron los lectores que celebraban el año nuevo de 1883.
Y, sin embargo, yo no he podido compartir esa percepción. Esas frases que en el último cuarto del siglo XIX sonaban huecas, vacías y ridículas me han parecido de una enorme modernidad. Cuando el aspirante a redactor propone asuntos para hacer frases, el tema que elige es el tiempo: más insustancial, imposible; y hace frases como estas: El ciclón es el judío errante del cielo, es la desolación que no se para. El granizo es el perdigón con que mata el invierno las flores, esas aves con raíces. La aurora boreal es el rubor del cielo. De ahí pasa a las flores: Un clavel es una endecha perfumada. Una azucena es el cáliz en que oficia el sátiro, ese sacerdote de la selva, con la sangre del dios Pan. Y a los avances técnicos: El globo es… la oración que eleva a Dios el progreso humano. Una imprenta es la colmena de donde sale la miel de la inteligencia; las cajas son los panales, los cajistas las abejas… Sí señor, y los escritores suelen ser los zánganos. Luego mezcla temas sin orden ni concierto: Satanás es la sombra de Dios. El bostezo es el suspiro del hastío. La gula es una lujuria refinada. Las estrellas son los puntos suspensivos del misterio universal. Finalmente se refiere a sus contemporáneos en alusiones que los lectores de entonces captarían sin trabajo, pero que en nosotros, lectores del siglo XXI, exigen una notable erudición; sirva como ejemplo la siguiente frase referida al general Francisco Serrano y Domínguez, duque de la Torre, regente de España entre 1869 y 1871, en la época en que Prim intentaba convencer a Amadeo de Saboya para que aceptara la corona de España: La fórmula del duque de la Torre es el suspiro del moro del ex regente.
Ramón Gómez de la Serna en 1928
Si, según la definición clásica de Ramón Gómez de la Serna, Humorismo + Metáfora = Greguería,  temo que las primeras greguerías no se deben a Ramón, sino a Clarín. También temo que ninguno de los dos llegó ni siquiera a sospecharlo.


[1] “Clarín”, [seud. de] Leopoldo [Enrique García -] Alas [Ureña]: La Regenta.- Alianza Editorial (El Libro de Bolsillo n.º 8), Madrid [15 1983].- 678 págs. (18 x 11).
[2] “Clarín”, [seud. de] Leopoldo [Enrique García -] Alas [Ureña]: La Regenta. Quinta edición.- Edición, introducción y notas de Gonzalo Sobejano [Esteve].- [Editorial Castalia] (Clásicos Castalia núms. 110 y 111), Madrid 5 [1989-1990].- 2 tomos: t. I, 578 págs., ilustraciones en negro; t. II, 540 págs., ilustraciones en negro (18 x 10,5).
[3] “Clarín”, [seud. de] Leopoldo [Enrique García -] Alas [Ureña]: Su único hijo.- Alianza Editorial (El Libro de Bolsillo n.º 21), Madrid [5 1982].- 277 págs. (18 x 11).
[4] “Clarín”, [seud. de] Leopoldo [Enrique García -] Alas [Ureña]: Solos de clarín.- Prólogo de José [de] Echegaray [y Eizaguirre].- Alianza Editorial (El Libro de Bolsillo n.º 350), Madrid [1971].- 368 págs. (18 x 11).
[5] Clarín [seud. de Leopoldo Enrique García - Alas Ureña]: Obra olvidada. Artículos de crítica.- Selección e introducción de Antonio Ramos – Gascón.- Ediciones Júcar (La vela latina n.º 2), [Madrid 1973].- 269 págs. (20 x 12,5).
[6] “Clarín”, [seud. de] Leopoldo [Enrique García -] Alas [Ureña]: «Juan Ruiz».- Transcripción, introducción y notas de Sofía Martín – Gamero.-  Espasa - Calpe, S. A. (Selecciones Austral n.º 134), [Madrid 1985].- 489 págs., ilustr. en negro (17 x 11).
[7] “Clarín”, [seud. de] Leopoldo [Enrique García -] Alas [Ureña]: Narrativa completa I. Cuentos.- Edición, introducción y notas de Francisco Caudet [Roca].- Cátedra (Bibliotheca Avrea), [Estella 2010].- 1133 págs. (21,5 x 14).